Estos días de febrero se celebra un aniversario histórico: son 25 años del vuelo comercial de pasajeros más veloz de la historia de la Humanidad que hoy no corre riesgo de ser batido: un vuelo desde Nueva York a Londres en 2 horas, 52 minutos y 59 segundos. Menos de tres horas para enlazar estas dos ciudades, cuando normalmente es un vuelo que puede llegar a las siete horas.
Naturalmente, ese vuelo, el del 7 de febrero de 1996 se hizo en un avión supersónico, Concorde, de British Airways.
En este vuelo las cosas no ocurrieron por accidente. Se trató de una operación planificada para no perder ni un segundo y poder batir elrécord.
El capitán del avión era Leslie Scott, su primer oficial era Tim Orchard y el mecánico Rich Eades. Se eligió febrero porque la temperatura del aire es la mejor para volar a gran velocidad y, además, la velocidad del viento ese día era adecuada. El trayecto, desde Estados Unidos a Europa y no al revés, tampoco es casual: normalmente los vientos operan en este sentido y no en el contrario.
Sin embargo, aunque todo había sido preparado, ni el personal de cabina ni los pasajeros tenían noticia alguna de que iban a ser protagonistas de un hecho excepcional.
El récord se hizo público apenas el avión aterrizó en Heathrow, cuando ya no había margen para tener problemas.
Y hoy, veinticinco años después, ese récord sigue siendo un referente en la historia de la Humanidad, aún no superado. Y sin perspectivas inmediatas de que pueda ser batido.